No todo en el "guetto" es malo. Prueba de esto es José Gallardo, quien a pesar de vivir en el marginado barrio de Curundú, se gana su sustento honradamente vendiendo agua de pipa.

La faena de este humilde panameño empieza desde muy temprano, ya que tiene que ir al Mercado de Abastos, a comprar las pipas que luego vende bien frías a los miles de conductores que transitan a diario por la avenida Omar Torrijos en el corregimiento de Ancón.

Por lo difícil de la situación económica él tiene que caminar todo el día bajo el ardiente sol entre los vehículos para poder vender las aguas de coco a los sedientos conductores.

Aunque parezca un trabajo fácil no lo es, porque tiene que poner su vida en peligro cada vez que se mete en medio de los autos y así poder vender sus productos.

Sin embargo él no piensa en eso, menos en los peligros a lo que se expone en la calle, ya que lo único que tiene en mente es ganar muchos reales para poder llevarle la comida a su esposa y a sus hijos.

Y es que con este empleo tiene la posibilidad de darle una buena educación a sus pequeños y así convertirlos en unos buenos profesionales para que sean alguien en la vida.

Como buen soñador que es le gustaría tener un negocio que le genere mucho dinero para así asegurar el futuro de los suyos. También tiene pensado darles una buena casa en un barrio más seguro.

Consciente de que esa misión no es nada fácil ahorra en la medida de sus posibilidades para que algún día ese sueño se convierta en una realidad palpable.

Mientras educa con buenos valores y ejemplos a sus hijos, pues sabe que vive en uno de los barrios más peligrosos y mal vistos de la ciudad capital. Espera que con este buen ejemplo hacer la diferencia en su barrio.

BARATAS

Las pipas se venden bien frías a los clientes a el módico precio de B/ 0.75.