HISTORIAS
La envidia

Redacción | DIAaDIA

Un hombre, roído por la envidia ante los éxitos de un amigo, le calumnió grandemente.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con sus calumnias, y fue a confesarse.

Después de haber confesado su pecado contra el séptimo Mandamiento, porque le robó a su amigo su dignidad y su reputación, y contra el octavo Mandamiento, pues lo que dijo de él eran calumnias—, le preguntó al sacerdote: "¿Cómo puedo reparar todo el mal que he hecho a mi amigo? ". A lo que el sacerdote le respondió: "Tome un saco lleno de plumas y suéltelas por donde quiera que vaya. Y una vez que lo haya hecho, vuelva. Y que Dios le acompañe".

El hombre buscó las plumas, las metió en un saco y empezó a lanzarlas al aire. Y volvió a la Iglesia en busca del sacerdote y le dijo: "Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana".

Pero el sacerdote le dijo: "Ahora debe volver a las mismas calles en las que las soltó, e ir recogiéndolas una por una, hasta que vuelva a tener el saco lleno, y luego vuelva a verme".

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar casi ninguna.

Al volver a la Iglesia le dijo al sacerdote que estaba arrepentido, pero no que pudo recoger las plumas, pero éste le dijo: "Así como no pudo juntar las plumas que Usted soltó porque se las llevó el viento, así mismo la calumnia que Usted lanzó contra su amigo, voló de boca en boca y su amigo jamás podrá recuperar del todo la fama, la reputación que Usted le quitó.

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