No sólo los familiares de las personas que murieron envenenadas por las medicinas de la Caja de Seguro Social, sufren el trago amargo de esta tragedia.
César Guerra, un trabajador de las bananeras de Puerto Armuelles, asegura que desde el momento en que ingirió un frasco de guayacolato, no ha visto el sol claro.
"Estuve hospitalizado seis días en el hospital Dionisio Arrocha en los meses en que se estaba escuchando que las personas estaban muriendo en Panamá por causa de los medicamentos envenenados", dijo.
Las pruebas de laboratorio para diagnosticar la presencia de la sustancia en su cuerpo salieron positivas.
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