Escribir el propio nombre en un papel es una de las cosas más comunes para un pequeño niño de seis años, cuando inicia su periodo escolar en primer grado. Sin embargo, hay personas que a pesar de estar a pocos metros del supuesto desarrollo, no conocen escritura alguna.
En una barriada precarista de la ciudad de David, bautizada como Sendero Luminado, vive Lidia Bejerano, quien a sus 14 años, lo único que ha hecho en la vida es cuidar a sus parientes de menos edad y ocuparse de los quehaceres del lugar donde vive precariamente, junto a su madre y por lo menos ocho personas más.
Las constantes migraciones que ha tenido que hacer con su madre, Celia Bejerano, desde que residían en Changuinola y el abandono de su papá, han hecho que la educación sea algo inalcanzable para esta adolescente.
Pero la educación es sólo uno de los problemas que tiene; legalmente no existe. Nunca fue inscrita en el Registro Civil, ya que su madre tampoco tiene cédula o algún documento que la identifique.
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