
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Orgullosos de su etnia.
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Orgullosos de su etnia.
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Orgullosos de su etnia.
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Orgullosos de su etnia.
Elvin, mientras muestra cómo se pintan los cuerpos de los emberá.Fotos: DIAMAR DÍAZ
Orgullosos de su etnia.
Elvin Flaco es un joven de 29 años de la etnia emberá que sin importar el cruento frío de esta ciudad alemana, se viste igual que si estuviera en su comunidad, Emberá Querá, robando la admiración de todos los que pasan por el pabellón de la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP), ubicado en este recinto ferial.
Para Elvin no es la primera experiencia, ya lo ha hecho en otras dos actividades de este tipo, en Inglaterra y en España.
En cada una de sus presentaciones, habla de la belleza de las mujeres, de
su modo de vivir, de sus bailes y de los bellos atardeceres en el verano, que rasgan el cielo con una paleta de colores pasteles.
“Es una gran emoción representar a todo el pueblo emberá y a mi país, Panamá, enseñando su rica cultura, que no es conocida por mucha gente”, comentó.
Detalló que siempre le preguntan sí es de verdad autóctono, y no un modelo, a lo que él les recalca que es totalmente de su etnia y no un montaje.
Otro detalle que le encanta, es poder pintar a los visitantes con tagua, tintura con las que adornan sus cuerpos tanto los hombres como las mujeres de su pueblo. Tanto es el interés que las filas, son interminables, y ha sido un factor importante, para que Panamá gane premios, como sucedió en la Feria FITUR en España, donde el pabellón de la ATP obtuvo el primer lugar.
Elvin espera pasarle el orgullo que siente por sus orígenes, a su única, hija que tiene tres años, y por eso le inculca todo ese amor, porque espera que ella haga lo mismo, cuando tenga su oportunidad de hablar de su ancestral cultura.