Si algo está claro es que, fuera de los terrenos de juego, Lionel Messi no es Maradona. Poco habitual en las salas de prensa, en sus contadas visitas se ha mostrado siempre como ese chico tímido, parco e huidizo. O al menos hasta el lunes, cuando en su última aparición, Leo ya no regateó ante los micrófonos.
Tan prodigioso con el balón como poco pródigo a dejarse ver ante los periodistas, ver a Messi en una rueda de prensa en Can Bara es una anomalía. Nunca había hablado en la ciudad deportiva y su presencia en zona mixta tras los partidos es algo insólito. Tampoco ayuda demasiado la política del club de no conceder entrevistas.
Solo en algunas grandes citas de Liga de Campeones la prensa ha tenido la oportunidad de encontrarse cara a cara con Leo. Seis meses habían pasado desde la última vez y, por ello, una marabunta de periodistas abarrotaba el lunes la sala de la ciudad deportiva en un acto promocional del jugador