Pueda que el nombre de La Silampa, El Chivato, La Madre de la noche, la Tepesa, El hombre del carretón y La pavita de tierra, le traigan recuerdos, ¡Sí!, ¿verdad? Eran los cuentos de miedo que nos contaban nuestros abuelos para la época de Cuaresma y que hacían que se nos "espelucara" desde el espinazo hasta el último de los cabellos. ¡Ay Dios!

Si a usted lo asustaron alguna vez, peor fue lo que le sucedió al acordeonista Víctor Bernal a quien le hicieron la vida una mazamorra, pues en su infancia, su abuelo materno, Aquilino, le contaba estas historias por las noches y le provocaban unos desvelos únicos; sobre todo, porque allá en Agua Buena de Los Santos, su familia sólo usaba la luz un ratito, así que con lo único que se alumbraban era con las guarichas, velas, las estrellas y una que otra luciérnaga, que de manera impertinente, se paseaba por la casa.

De las abusiones (supersticiones) a las que más le tenía miedo el "Hijo de la Cumbia", era a la del "Padre sin cabeza", y como todos los niñosm escuchaba calladito y cuando se iba a acostar comenzaba el supliciom porque si oía una rama se imaginaba que el "espanto" estaba afueram y si oía a alguien chiflar, pensaba que era otra de las brujas. ¡Fiuuu!

Aunque nunca le pasó nada sobrenatural, el que sí tuvo un encuentro extraño fue su padre Amadís Bernal.

Víctor relató que en una ocasión, a su progenitor, siendo todavía joven, le apagaron la luz y lo peor es que la cuerda del foco nadie la había jalado. Eso pasó no una sino tres veces, por eso, su otro abuelo, que sabía oraciones, tuvo que ponerlas en práctica. Lo malo es que en la mañana, Amadís amaneció todo "chupeteado". ¡Qué brujas más atrevidas!, !Ave María purísima!