Un padre rico quiso que su hijo palpara la pobreza y lo llevó a un área campesina. Fueron tres días y dos noches. De regreso le preguntó: ¿Qué te pareció la experiencia?
-Buena -le contestó el hijo.
- Y... ¿qué aprendiste? - insistió el padre.
"El hijo contestó: Que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina y ellos tienen un río sin fin, de agua cristalina, donde hay pececitos y otras bellezas.
- Nuestro patio llega hasta la cerca... y el de ellos llega al horizonte.
-Que nosotros compramos nuestra comida; ellos, siembran y cosechan la de ellos.
- Nosotros oímos CD's. Ellos escuchan una perpetua sinfonía de ruiseñores y otros animalitos.
-Nosotros cocinamos en estufa eléctrica. Ellos, todo lo que comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña.
-Para protegernos, nosotros vivimos rodeados por un muro, con alarmas. Ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos.
- Nosotros vivimos 'conectados' al celular, a la computadora, al televisor... Ellos, en cambio, están 'conectados' a la vida, a la naturaleza.
El padre quedó impactado por la profundidad de su hijo... y entonces el hijo terminó diciendo: "¡Gracias, papá, por haberme enseñado lo pobres que somos y lo rico que podemos llegar a ser!"
Cada día estamos más pobres de espíritu. Nos preocupamos por tener, tener y más tener en vez de preocuparnos por ser y ser más... Valora todas las pequeñas cosas un poco más; lo más bello de la vida es gratis, por ejemplo una sonrisa no te cuesta nada. ¡Que tengas un bonito día!