Mujer ejemplar
Su corazón valeroso y lleno de amor ha hecho que florezcan una decena de hermosos retoños.

Diamar Díaz Nieto | DIAaDIA

Su corazón valeroso y lleno de amor ha hecho que florezcan una decena de hermosos retoños.

Ana Guardia no ha necesitado ni pergaminos ni medallas al mérito para esforzarse, ya que tiene como norte una gran misión, educar a sus diez hijos y a una sobrina, a los que ha levantado vendiendo frituras.

Las calles de San Felipe saben su historia, y en cada una de sus líneas se ve reflejado el esfuerzo de emerger con las primeras luces del alba para freír en el caliente aceite los hojaldres, los patacones, las carnes y las salchichas que sustentan el desayuno de los residentes de este histórico barrio.

En los ojos nostálgicos de esta mujer hay un sueño que le inyecta energías. Esa quimera es ver a sus hijos graduados y convertidos en todos unos profesionales. "Yo les quiero enseñar que tienen que ser mejores que yo, pues no pude estudiar. Mi papá y mi mamá murieron cuando tenía 14 años, y lo que tuve lo usé para ayudar a una de mis hermanas para que estudiara. Yo quiero por eso que mis hijos sean todos unos profesionales", relató.

Aspira a que su hijo mayor, Adalberto, pueda entrar a la Tecnológica, porque a pesar de que estudió bastante, no pudo pasar la prueba para entrar a esta prestigiosa universidad, pues le faltaron unos cuantos puntos.

Los que le siguen, Delisa, Baireth y Keribel están en sexto, cuarto y primer año, respectivamente. Su sobrina se encuentra en tercer año.

El vivir en San Felipe no es fácil, aunque en algunas casas se puede apreciar el lujo, en la mayoría se asoma la fea cara de la pobreza, que puede atraer a quienes la miren a los ojos a vicios como la delincuencia y la droga. El secreto de esta dama darienita para que sus hijos no se dejen influir es uno: la disciplina. "Es duro, pero los he sacado adelante, la clave es mi carácter y la disciplina", concluyó.

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