La tenacidad es su fuerte, y considera que seguirá así hasta que Dios le dé vida. A las cuatro de la mañana canta el gallo y suena el reloj despertador. Así se inicia un día más de trabajo para Ariel Burgos, quien reside en Nuevo Arraiján. Desde allí se traslada hasta la Avenida de Los Mártires, donde se reúne con su primo Humberto Ruíz en una acera cerca del Instituto Nacional para atender ambos un puesto de buhonería hasta las siete de la mañana.
Ariel Burgos es un joven de 21 años. Estudió en el Instituto Profesional y Técnico de Azuero (IPTA). En su lucha por superarse, inició la carrera de Técnico en Electricidad en la Universidad Tecnológica, pero por falta de recursos, tuvo que abandonar sus estudios en el segundo semestre de segundo año. Sin embargo, Burgos aseguró que cantará victoria cuando por sus propios medios logre terminar su carrera.
Pero eso no es todo, ya que Ariel se decidió a vender una variedad de artículos, propios del comercio informal, desde hace año y medio, para completar su sueño.
Burgos comentó que a su puesto llega toda clase de clientes en busca de lo que necesitan, y en su puestecito lo encuentran. Esa es una de sus grandes satisfacciones. También realiza llamadas a veinticinco centavos. Dijo que para este tiempo son los chicos "aguiluchos" los que no fallan un día en visitar su puesto de venta.
Otra de las virtudes de Ariel es que no posee su mano derecha, y aún así no se rinde. Reveló que perdió ese miembro de su cuerpo a los 15 años, mientras vivía en Caña Brava de Los Santos. Se cayó de un caballo, como a 15 minutos de su casa, y se quebró el brazo derecho. Al recurrir a un hospital en Azuero, por negligencia médica sufrió una cangrena. Fue entonces cuando perdió su mano.
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