El destino había dispuesto días tristes y difíciles para ellos, en los que Kimberly Torres, de 7 años, cargaría con la peor parte.
Eso fue desde el momento en que fue arrollada por una "chivita" de la ruta Rana de Oro, en Pedregal, la mañana del 15 de diciembre del año pasado, cuando se dirigía a la escuela con su primito.
Todavía las heridas no sanan. Envuelta en llantos, María Cristina Mendoza, madre de Kimberly, revive ese trágico momento cuando los médicos pronosticaban que su hija perdería la pierna derecha, que ha sido sometida a 9 operaciones e injertos de piel. "Cuando reaccionó en el Hospital del Niño, me dijo: señora, puede buscar a mi mamá? No me reconocía, eso fue lo peor para mí", señaló.
En vista de que la niña estuvo dos meses en el hospital, les dieron tres meses para evaluar su situación y deben pagar los 1, 400 dólares que se adeudan. Las condiciones donde viven no son las adecuadas; el piso es de tierra y la casa de madera es de la mamá del padrastro de la niña. Alberga a Germán, padrastro; su hermanito Johan, tres primitos, la abuela, un tío y la madre que está embarazada. Las limitaciones son evidentes y los páramos que pasan para trasladarla a las terapias, que son tres veces a la semana, le cuestan 3 dólares cada una.
Kimberly quiere hacer todo como al principio: jugar y correr. Hoy usa muletas.
JUSTICIA
Hoy es la audiencia en el Tránsito, a las 9 a.m. La madre espera que la juez evalúe el diagnóstico de la forense.
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