¡Qué más puede pedir un ser humano como recompensa, que ver una dulce y tierna sonrisa dibujada en el rostro de un niño?
Aquel jueves 17 de febrero era difícil de olvidar. El boxeador panameño Edwin Díaz nos conversó sobre sus grandes necesidades: "Es difícil seguir adelante porque no tengo trabajo. No tengo un seguro para poder sacarle las medicinas a mis dos hijas, que a cada rato se me enferman. Y este año, la más grande ya va para la escuela. La vida cada vez se me complica más", fueron las palabras textuales de Díaz.
El compromiso estaba adquirido, porque el ser periodista en DIAaDIA no sólo significa presentar una necesidad, sino tratar de buscarle una solución.
Así fue como se inició la gestión de tratar de darle el apoyo a Díaz, por lo menos en los útiles escolares, los cuales podría utilizar su hija de cinco años, Katherine Lisseth.
RECOMPENSA DORADA
Como aquel cuento de final feliz, la oportunidad de brindarle una pequeña ayuda a Díaz llegó.
Eran las 12:35 p.m. de ayer, cuando mi compañera Shelmar Vásquez, editora de Impacto, se ofreció a llevarme en su carro al gimnasio Jesús "Máster" Gómez, en Barraza, donde se encontraba Díaz esperándonos. Ella sabía el grado de alegría que íbamos a presenciar al momento de entregarle a Katherine todos los regalos que llevábamos para ella, y no nos equivocamos. Invadimos la escuela Dr. Justo Arosemena, ubicada en la Avenida Ancón, en el corregimiento de Santa Ana. Allí, en el jardín D, Katherine se encontraba muy bien sentadita disfrutando de una leche y unas galletas y, al vernos, nos iluminó con el resplandor de su bella sonrisa.
"Ver feliz a mi hija con sus nuevos útiles escolares es una satisfacción mucho más grande que la de ser campeón del mundo", dijo, con voz entrecortada, Edwin Díaz.
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