Sólo les queda pedir justicia y que sus corazones sean sanados. Dos familias sufren el dolor de perder a sus seres amados y esto por la imprudencia de dos conductores de buses colectivos, uno de cuyos vehículos, tras participar en una regata el pasado sábado, sufrió un choque fatal.

José Ángel Gálvez, de 59 años, trabajaba como guardia de seguridad en la casa del embajador de Japón y dejó en la orfandad a cuatro hijos, que ahora tendrán que acostumbrarse a vivir sin su presencia y luchar porque su muerte no quede impune. Mientras que, aún consternados, se encontraban el padre y los tíos de Emanuel Enrique Santos, de 15 años, quien murió decapitado a causa del choque. El jovencito era el "pavo" del bus y aunque no estaba en la escuela, realizaba trabajos ocasionales para ganar algo de dinero.

De los pasajeros del bus se conoció que aún se encuentran recluidos en el Hospital Santo Tomás, Yariel Omar Sánchez, quien perdió una mano y Elizabeth Arcia, que presentó traumas mayores en su anatomía.

RESPONSABILIDAD

Los conductores Ronald González, de 35 años, y Rubén Darío Roberts, de 23, fueron acusados de homicidio culposo.