El equipo nacional de Cuba consiguió ayer, en el Petco Park de San Diego, ensalzar aún más su figura de mejores del mundo, después de ganar por 3-1 a la República Dominicana en la primera semifinal del Clásico Mundial.
La victoria le permitió a Cuba demostrar una lección de fundamentos básico del juego, a los poderosos equipos que llegaron al torneo con los profesionales de las Grandes Ligas del béisbol profesional estadounidense.
Cuba, el indiscutible campeón del mundo y olímpico del béisbol aficionado, fue el David que destrozó a unos Goliath, que llegaron al torneo pensando que iban a ganarlo sin salir al campo.
Eso fue lo que les pasó primero a las figuras de Venezuela, luego a las de Puerto Rico y, al final, a las de Dominicana, nada menos que con dos ganadores del premio de Jugadores Más Valiosos (MVP) de la liga Americana y Nacional y un premio Cy Young en el montículo.
Nada de eso sirvió para que Cuba, con un plantel lleno de juventud, talento y, sobre todo, una enorme disciplina, preparación y espíritu de lucha, se impresionara y demostrara como se tienen que ganar los partidos en el campo.
Mucho menos les intimidó que, en el primer enfrentamiento entre ambos equipos en la segunda ronda del torneo disputado en San Juan (Puerto Rico), perdiesen por 7-3.
ALEGRIA
"No hay palabras para definir lo que sentimos dentro del equipo", dijo Higio Vélez, director del equipo cubano.
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