ENTRE NOS
¡Discriminación!

Elizabeth M. de Lao | DIAaDIA

¡Habrase visto! Resulta que las mujeres sin tendencias anoréxicas o con edades arriba de los 30 ó 40, tenemos problemas... qué digo problemas, sufrimos discriminación, porque ya no podemos llegar a un almacén a comprar un vestido sastre, o un bermuda o un vestido para una ocasión especial.

Háganme saber si a ustedes les pasa lo mismo. Al menos a mí­, me es casi imposible adquirir en cualquier almacén con precios económicos un vestido para ir a trabajar o a la fiesta de Navidad.

Lo que antes era un "large" ahora no es ni "small", y lo que era un "Xlarge" ya no les queda ni a las esbeltas de 120 libras y 1.70 de estatura.

Las que no tenemos la "gracia" de una cinturita "pirimpimpí­n pin fuera", hemos tenido que volver a las modistas para no traumatizarnos. Mí­nimo, al llegar a un almacén me siento de otro planeta.

"¡Esto está bonito! ¡Qué bien... es large!", pienso esperanzada. Pero cuando llego al vestidor, ni siquiera puedo quejarme de que se me ven mucho las llantas, porque la bendita pieza ni siquiera pasa de mis hombros.

Lo extraño es que he ido de compras con amigas con figura esbelta, pese a los 40 o más que ya tenemos todas encima. Pero a ellas les ocurre lo mismo que a mí­. Entonces, no es que estoy fuera del rango de lo "normal", simplemente es que ahora, si no eres anoréxica, ni se te ocurra comprar ropa en un almacén que no es exclusivo para tallas grandes y, por consiguiente, carí­simo. Ni hablar de las jovencitas llenitas, cuyo criterio aún no está formado y que pueden pensar que algo hay de anormal en ellas.

Serí­a conveniente que los propietarios o administradores o diseñadores tomaran en cuenta a la mayorí­a de la población, tipo "latina, que es más llenita que huesuda. De lo contrario, tendremos a un montón de muchachitas y señoras con bulimia, anorexia o cualquier otro trastorno alimenticio, sólo para complacer a la corriente que ha establecido que las flacuchentas son las únicas que valen como clientes ... ¡y las únicas que compran!

Yo, por lo pronto, he emprendido una campaña: cada vez que no encuentro algo para ponerme, lo hago saber al jefe de turno, al tiempo que le recuerdo que la gran mayorí­a de las panameñas no somos modelos de revista, y que también tenemos derecho a vestir bien a bajo costo.

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