HISTORIA
Por ti, no por mí

Redacción | DIAaDIA

Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquélla.

En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y de pronto él lo reconoce.

Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo, muy popular entre sus congéneres por tener buen corazón y por no utilizar su mal para que los demás lo cargaran.

Entonces, le dice: -¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!

Entonces, el ciego, muy seguro de sí, le responde:

- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí... No sólo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

Cada uno de nosotros puede alumbrar el camino para uno mismo y para que sea visto por otros, aunque uno aparentemente no lo necesite.

Así es como se vive en comunidad. Lo que cada uno haga por el otro, permite una convivencia pacífica y una relación sana, basada en la confianza y en la solidaridad humana.

Tal como hizo el ciego, es necesario pensar en los demás, porque eso revierte en beneficio propio, aunque no sea eso lo que buscamos. ¿Lo haces tú?

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