Acuda a visitar al Santísimo. (Foto: Alexander Santamaría y Erick Marciscano / EPASA)
Milagros Murillo, Jesús Simmons y Carolina Sánchez
| DIAaDIA
Hoy, mientras muchos panameños acuden a las iglesias para conmemorar el Triduo Pascual y acercarse más a Dios, es bueno reconocer que también Jesucristo se hace presente en el prójimo. No importa cuál se la condición en que se encuentre, pues sigue siendo una criatura de Dios y, por ende, con mucha dignidad. DIAaDIA les describe historias de panameños que nos permitirán reflexionar e identificarse con esos hermanos.
HERMANOS DE LA CALLE
Ellos están unidos por la soledad y la pobreza. A un costado de la Catedral Metropolitana se encontraba David Castillo, de 76 años, y al preguntarle dónde residía contestó: "Aquí mismo". Afirmó que los predios de este templo han sido su refugio en los últimos seis meses.
La lucidez del anciano es impresionante, pues recuerda claramente cómo fue que se quedó solo y en la calle.
Él es chiricano y asegura que no tiene familia, pues aunque creció con sus padres y hermanos, fueron muriendo. Más tarde "tuve un problema en la cabeza y mi hermana me metió a un manicomio". Allí pasó diez años, pese a que admite que su salud mental progresó. Cuando le dieron de alta quedó solo, ya que fue en busca de su hermana, pero descubrió que también había fallecido, relató cabizbajo. Así empezó su odisea en las calles.
AMIGOS Y LEALES
Esta conversación fue interrumpida cuando llegó "Kike", cuya vida no ha sido muy diferente a la de su ahora inseparable amigo. Federico Soto es su nombre y es un veragüense de 74 años. Calculó que tiene unos diez años de vivir en la calle a la buena de Dios.
Comentó que antes realizaba trabajos de agricultura. Mientras charlaba, en su rostro se notaba la tristeza como un reflejo de lo difícil que ha sido vivir acompañado de la soledad.
HERIDAS QUE NO SANAN FACILMENTE
Y es que a pesar de los años, Soto no borra de su mente el momento en que la noticia de que sería padre le dio una gran felicidad. Sin embargo, esa euforia se convirtió en dolor cuando su pareja impidió que ese bebé naciera. "Hubiese tenido un hijo como de 40 años, pero no fue así y por eso estoy completamente solo", expresó.
UNA CONVIVENCIA DE "CHIRIPON"
Ambos ancianos se encontraron por casualidad y ahora son como hermanos. Ellos se dedican a la recolección de latas cuya ganancia es de 55 centésimos la libra y con eso compran algo para comer. También asisten al Hogar Monerri donde pueden conseguir algo de desayuno, se bañan, lavan y se ponen ropa limpia. Otras veces acuden a la Avenida Balboa donde algunas personas del Hogar Luz y Vida les donan alimentos.
UNA BUENA LECCION
Postrados a un costado de la Catedral quedaron esos amigos, con un grupo de latas en un saco, unos cartones que les sirven de cama y la esperanza de buscar un lugar mejor donde pasar los últimos días de su vida.
Y para que vean que hasta en las iglesias se desprecia al prójimo, DIAaDIA fue testigo de cuando un joven que trabajaba en la limpieza del templo los acusó de hacer sus necesidades en los predios de la Casa de Dios para marcharlos sin conocer su historia. Su respuesta fue sencilla: "Nosotros no somos cochinos, usted nos ve que nos bañamos y tenemos ropa limpia. Aquí no molestamos a nadie".
LOS CAMPESINOS TAMBIEN SUFREN
En este mismo lugar hay otros que también reflejan el rostro de Cristo. Son los campesinos e indígenas que desde hace ocho días se acampan en la Plaza de la Independencia, en San Felipe, a la espera que el Presidente de la República les de una respuesta.
Tal como lo dice Kuni Rodríguez, "estamos lejos de casa, pero cerca de Dios".
Ellos no desmayan en su lucha, por lo que durante estos días pasarán en su campamento. Contaron que realizarán vigilias y participarán de las actividades de la Catedral Metropolitana y aclararon que la lucha no ha sido nada fácil, ya que tienen que dormir en el suelo "pela'o", y que han tenido que compartir lo poco que tienen con los "piedreros" del sector.
¿HASTA DONDE LLEGA LA HERMANDAD?
"Estas personas sintieron que estábamos invadiendo su espacio, así que dialogamos con ellos y nos entendieron. Como son seres humanos les damos una taza de café y desayuno. Cuando se puede les brindamos almuerzo", confesó Hilario Santos, uno de los indígenas que está protestando.
Esta Semana Mayor la han pasado en la capital, por lo que extrañan cómo se celebran estos días "alla 'onde uno".
Residentes de La Mata y La Palma en Veraguas expresaron que extrañarán las tradicionales sequías, que no es más que hacer unas represas en los ríos para poder coger camarones, chiros y conga. Luego los cocinan, comen y acampan por la noche a la orilla del río.
UNA ALCANCIA CON CREATIVIDAD
Como los recursos y la comida que trajeron para esta travesía se les agotó, no les quedó de otra que hacer una alcancía. Para aprovechar que transitan muchos extranjeros se les ocurrió colocar un cartel donde se puede leer "Donate here", pero a leguas se nota el ingenio de la campaña interiorana.
HOY ES EL DIA DEL SACERDOTE
Si bien es cierto son ellos los llamados por Dios para continuar sirviendo y llevando su mensaje para alcanzar la plenitud del mandamiento del amor: "Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo".
Jesús Sánchez es uno de ellos y contó que "mi experiencia fue igual que la de muchos sacerdotes". Recordó que una vez el padre de la iglesia a la que asistía en San Carlos lo invitó para que participara de las actividades que se hacían y fue así como poco a poco comenzó a ir a las actividades teniendo 17 años. Luego de eso, hizo estudios universitarios y posteriormente analizó su inquietud vocacional y decidió formar parte del Ministerio de Dios. Explicó que la decisión de ordenarse como padre no surgió de la noche a la mañana. "Dios sabe como ir labrándole el camino a uno", comentó Sánchez. Agregó que al principio su familia no quería, pero más tarde respetaron su decisión y le apoyaron.
Actualmente, Jesús Sánchez es sacerdote en la parroquia El Perpetuo Socorro en Betania.
RENOVACION
Hoy se renueva las promesas sacerdotales en torno al Obispo como pastor de la iglesia y la comunidad. Además, se consagran los aceites que son utilizados en la imposición de los sacramentos durante en todo el año. Esto forma parte de una ceremonia que se celebra cada Jueves Santos en la mañana.