
Subrayamos cómo la implicación de la familia y de las personas próximas al niño, además de la presencia del logopeda, resultan imprescindibles en cualquier buen programa de atención temprana. Hay que conceder a las expresiones de los niños mayor duración e importancia que a las intervenciones del adulto, quien debe procurar que la necesidad de comunicación aflore continuamente.