
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina trabajar con niños.
No le ha ido nada mal con la fotografía.
Le compró el equipo a su antigua jefa.
Su esposo la ayuda en todo.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina trabajar con niños.
No le ha ido nada mal con la fotografía.
Le compró el equipo a su antigua jefa.
Su esposo la ayuda en todo.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina trabajar con niños.
No le ha ido nada mal con la fotografía.
Le compró el equipo a su antigua jefa.
Su esposo la ayuda en todo.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina trabajar con niños.
No le ha ido nada mal con la fotografía.
Le compró el equipo a su antigua jefa.
Su esposo la ayuda en todo.
Le fascina su trabajo, por eso no escatima en dar lo mejor de sí a sus clientes.
Le fascina trabajar con niños.
No le ha ido nada mal con la fotografía.
Le compró el equipo a su antigua jefa.
Su esposo la ayuda en todo.
Con esa cámara Lary Ojeda, de 26 años, hizo sus primeros pinitos, les tomaba fotos a niños, embarazadas, buses y parejas que caminaban por la calle, tomados de las manos.
Al ingresar a la Universidad de Panamá, se matriculó en la Facultad de Bellas Artes. Una vez terminó su carrera empezó a trabajar como maestra de arte. Simultáneamente incursionaba en la fotografía y la serigrafía.
Su lugar de trabajo quedaba por el corregimiento de San Francisco y tenía que pasar al frente de un fotoestudio que se llamaba Jp portrraits. Un buen día entró y se quedó trabajando por tres años y medio.
En este fotoestudio aprendió todos los secretos del arte de tomar fotos. Además, era la que vendía los paquetes de fotos, hacía los cobros y hasta limpiaba el local.
Haber realizado todas estas facetas le enseñaron cómo se manejaba un fotoestudio, que a la postre le sirvieron para manejar su propio negocio.
Con mucho esfuerzo puso su propio fotoestudio al que llamó HC Lary Ojeda, donde labora junto a su esposo a quien le enseñó a tomar fotos.
Toman fotos de bodas, quinceaños, bautizos, cumpleaños, en fin, atienden eventos para cualquier ocasión. Es por esto que no descarta la posibilidad de tener un local en donde pueda poner su estudio, pues atiende en su residencia.