"Por más que el hombre peque, peca ante el que saca el bien del mal". Es así que el hombre busca su libertad, y muchas veces piensa que Dios se la quita. Razón por la cual se aleja de Dios, olvida su razón de ser, y su diario vivir y se transforma tedioso.
Esto fue lo que escucharon los feligreses de en las misas de ayer, cuando se leyó el Evangelio (Lc 15, 11-32) y los sacerdotes en su homilía, explicaban que Dios es Padre en todo momento. No sólo ha puesto al hombre en la tierra para cosechar méritos y premios, sino también para descubrir que somos sus hijos.
Dios no se asombra de nuestras maldades, pues al crearnos libres aceptó el riesgo de que cayéramos en el pecado. Sin embargo, a todos nos acompaña en nuestra experiencia del bien y del mal hasta llamarnos hijos suyos.
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