Fue una protesta singular. En tiempo de Cuaresma, José Esquivel salió de Curundú con una cruz blanca a cuestas, con destino al Palacio de las Garzas, para denunciar casos de corrupción en Panamá. Ayer, mientras caminaba por la Avenida Central ante la caras de admiración y la mofa de otros ciudadanos, explicó que ésta es la cruz que viven todos los panameños. En los brazos de la cruz se leía: corrupción, desempleo, miseria y deuda externa. Agregó que le informaría al Presidente Torrijos que la Cueva de Alibabá con sus 40 ladrones es la Caja de Seguro Social. De no ser escuchado, hará otra protesta que llamará la atención en el ámbito internacional.
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