Mientras Dios le dé salud, seguirá trabajando. (Foto: ARNOLDO ZEBALLOS /EPASA)
Jesús Simmons
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Admirada y querida. Esto es lo que sienten los niños y jóvenes de barrios como Curundú, Santa Cruz, Cabo Verde y Llano Bonito por la catequista Hilda Lizondro, de 42 años.
Los 17 años que lleva prodigando amor, cariño y sabios consejos a estos niños la han hecho merecedora de su respeto. Su rutina de trabajo la realiza todos los domingos en la Basílica Don Bosco, donde la falta de recursos no ha sido impedimento para que ayude a estos niños, muchos de ellos en riesgo social.
Lo que más le satisface es que ha visto reflejado el esfuerzo que hace por estos jóvenes porque ha visto a muchos alcanzar el éxito y convertirse en profesionales.