Los primeros rayos de luz, traspasan las deterioradas tablas de madera, dándole claridad al interior de la casa de la familia Wuaceruca Orlea. Allí, las banquetas, una cama y unos cartones, como camas en el piso, forman el mobiliario de este humilde hogar.
Para Marcela, madre de cuatro niños en edad escolar, lo más importante para ellos es tener qué comer, puesto que su dieta diaria es a base de plátano; lo único que tienen en la amontonada cocina y, cuando tienen suerte, una pieza de pan se asoma en su plato.
La situación se torna difícil y no ha cambiado mucho desde que emigraron desde Darién, puesto que José, jefe de la familia, tiene dos años de estar desempleado. Contó que no tiene cédula y eso lo limita; de vez en cuando hace algunos "camarones".
Con el uniforme del año pasado, han tenido que ir a la escuela, pero a uno de los dos mayores, no pudieron matricularlo este año al colegio, iría para cuarto año.
Para ayudar a sus esposo José, Marcela teje cestas y así genera algunos ingresos. "Aunque me da pena que entren a mi casa, me preocupa darles de comer a mis hijos", dijo la madre.
LLEGADA
Hace siete años llegaron de Darién a la comunidad Emberá Purú, donde se concentra esta etnia.
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