A pesar de la lluvia, siguió adelante. (Foto: Marcelino Rosario)
Marcelino Rosario
| Chiriquí, DIAaDIA
Sus pies no podían más. Su bastón era un paraguas en el que se apoyaba para llegar con fuerzas hasta tocar el manto del Cristo de Alanje y agradecer la salud de una sobrina, además de la unidad familiar.
Betzi Carreño había caminado 13 largas horas, después de bajar y subir empinados caminos desde el sector fronterizo de Baitún Arriba, en Renacimiento. Este es el lugar más distante que tiene la geografía chiricana, pero allí iba vestida con un manto rosado.
El reloj marcaba las 5: 45 p.m. del jueves, cuando DIAaDIA la abordó y hubo que seguirla, pues nada la detenía, ya que el encuentro con la imagen del Cristo se acercaba. Su misión estaba cumplida, pero se despidió con esta frase: “Él no da carga que no se pueda llevar”.