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¡AQUÍ Y AHORA!
¿Y después de Canta Conmigo?

El Titín | DIAaDIA

Sé que la columna de hoy no gustará a muchos porque van a decir que me estoy metiendo, nuevamente, con un programa que protagonizan niños, como me acusan aquellos que no saben diferenciar la opinión crítica de un proyecto, producto o trabajo que sale en pantalla, de la opinión sobre una persona. ¡Son cosas muy diferentes! Hay que leer sin apasionamientos porque cuando en televisión se trabaja con niños, hay muchas cosas en juego, muchas más que cuidar y muchas más a considerar, porque ellos son de las audiencias más sensibles, absorbentes y a la vez exigentes que hay.

En la primera columna que escribí hace meses sobre Canta Conmigo manifestaba que uno de mis miedos era la facilidad con que los niños participantes podían perder su ingenuidad, su inocencia, su magia, y dejar de ser niños para convertirlos visualmente en adolescentes-adultos por esa búsqueda de un producto 'comerciable'. Mencionaba, entre otras cosas, que la "fama" podía descarriarlos y que el papel que jugarían sus padres antes, durante y después sería clave para que no fueran absorbidos por este mundo mediático, que así como puede dejar cosas buenas, puede dejar cosas muy malas. También le pedía a la producción del show que no vistieran a las niñas como mujeres ni les asignaran canciones de adultos, porque distorsionaban el concepto de "programa de talento infantil" y a los propios participantes. El tiempo, sin ser el Macumbero Mayor ni Galadini, al parecer, me está dando la razón, lamentablemente.

Esta semana quedé de una pieza. Quedé patidifuso cuando haciendo mi monitoreo de los medios vi y escuché entrevistas a la niña Josenid Quintero, tercer lugar de Canta Conmigo 2009, ahora fichada por una empresa que "maneja" a varios 'dizque' cantantes locales. La niña que escuché y vi no es ni remotamente parecida a la pequeña de 9 años, que solo hace un año le robó el corazón a muchos seguidores de ese show. ¡Qué dolor sentí! Si hay algo que esa criatura tenía, era una carita de niña traviesa fascinante, que con su voz, con su gran talento y su inocencia enamoraba. Verla antes era delicioso, porque su imagen estaba trabajada para lo que es: una niña, hoy no. ¡Qué pena!

Usted podrá sustentar este evidente cambio con eso de que ella ya creció, de que todos crecemos, de que es una estrategia de imagen promocional y con un sinfín de pretextos que para mí son respetados, pero descabellados porque a un niño hay que dejarlo ser niño. Tener 10 años es ser niño aquí, en Japón o en México. Ser un "niño artista" ni le debe aumentar la edad físicamente ni le debe restar infancia. Hacerlo es dañarlo a largo plazo. A un niño hay que darle la oportunidad de crecer acorde con lo que su edad indique. A un niño con estas cualidades hay que cuidarlo el doble, porque hay que apoyarles en el desarrollo de su talento, para que no sean explotados por otros y para que en el mundo musical y de los medios no pierda su inocencia, ni en su forma de vestir.

Canta Conmigo debió ser para TVN la escuela de talentos para buenos proyectos infantiles de los que están carentes, ¡huérfanos! Hay un desconecte entre concepto-programa-resultados y realidad. Deberían ya tener su propia área y franja televisiva con proyectos infantiles-musicales, en la que ellos, después de ese show, exploten sus habilidades y puedan crear una generación talentosa, como sucedió con 100% Pretty.

Ojalá los responsables de ese show, los padres de los niños y todos los que en el camino salen interesados, piensen primero en los niños como niños y después en todo lo demás.

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