En su mirada se refleja el cansancio y en su cuerpo desgastado lo duro que lo ha tratado la vida. El señor Quintín González cuenta que hace unos años tenía la fuerza para hacer cualquier tipo de trabajo, pero luego de que se enfermó de reumatismo, todo cambió.
Ahora debe caminar casi todos los días 20 minutos para llegar al vertedero de Chepo, donde busca hierro y lo vende. Cuando recoge una buena cantidad, se hace unos cuatro o cinco balboas y apenas le alcanza para darle de comer a su familia, integrada por 5 personas. Cuando le molesta la pierna, no puede ir y tiene que aguantar hambre, cuenta con pocas fuerzas el señor Quintín, quien se despidió rápidamente de nosotros, pues tenía que vender el hierro para llegar a tiempo a su casa para la cena.
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