"El mercado mundial y el comercio son las formas de poder desde la Guerra de Troya y antes. El problema es que no se enseña así y creemos que la vida y la política son otra cosa".
Delia Isabel Cortés Márquez
La guerra entre griegos y troyanos no fue por el secuestro de la princesa Helena; fueron la ambición y la codicia quienes guiaron las espadas y lanzas. Y aún, hoy en día, es así. Ingenuamente me pregunto: ¿Siempre tiene que ser así? ¿La vida social es una permanente confrontación?
Confrontar es poner frente a frente. Los boxeadores se ubican frente a frente en el entarimado y luego se entran a porrazos. Pero ¿siempre hay que entrarse a porrazos? Si se va a boxear, si. Pero si se va a bailar, no. Tampoco para auxiliar a alguien; el socorrista se ubica frente al herido y es para salvarle la vida, no para aporreársela. Entonces, ¿el comercio siempre tiene que poseer una sombra bélica?
Pues no. El intercambio comercial satisface necesidades. Quienes lo practican acumulan riqueza. Y es ese cúmulo el que puede garantizar la supervivencia social. El detalle amargo es que cuando esa riqueza no circula, provoca el empobrecimiento de quienes no son comerciantes. Nacen los excluidos.
Hoy se habla mucho de la responsabilidad empresarial, que sería algo así como pasar del papel de boxeador al de socorrista. Pienso que cualquier empresario entra a los negocios pensando como boxeador (ganar la mayor cantidad de billetes posible) y no como socorrista (ganar para "derramar" riqueza a los excluidos). No veo muy realista la metamorfosis que requiere tal acomodo.
¿Qué se hace? No tengo la menor idea. Pero en cada elección voto por una persona que, supongo, debe tener no una, sino muchas ideas al respecto. Aún es responsabilidad del Estado velar porque no aparezcan los excluidos y no desaparezcan los comerciantes. El Estado es para promover que la mayor cantidad de confrontaciones sean para bailar y no para boxear. Sino ¿para qué tener Gobiernos?
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