Cierta noche un hombre tuvo un sueño. Soñó que caminaba en la playa con Jesucristo. A través del espacio, pasaban escenas de su vida.
En cada escena, se dejaban ver dos pares de huellas sobre la arena... Un par de huellas eran las suyas, el otro par eran las de Cristo.
Cuando la última escena de su vida pasó ante sus ojos, volvió la vista a las huellas sobre la arena.
Notó que muchas veces en la senda de su vida había solo un par de huellas.
Notó además que esto sucedía en los momentos más tristes de su vida.
Se propuso preguntar al Maestro. "Señor, cuando decidí seguirte, Tú también me prometiste caminar conmigo por todo el camino, pero he notado que en los pasos más difíciles de mi vida, sólo se dejaban ver un par de huellas.
No comprendo por qué en los momentos en que más te necesitaba, me abandonaste".
El Señor contestó: "¡Mi amada y preciosa criatura! te amo infinitamente y nunca jamás te dejaré en tiempos de tribulaciones y sufrimientos.
Donde ves en tu senda solo un par de huellas, son las mías cuando te llevaba en mis brazos".
Hebreos 13: 5. Sean las costumbres vuestras sin avaricia; contentos de lo presente; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.
Nuestro Padre Celestial siempre está con nosotros, sólo basta con llamarlo y él estará apoyándonos y dándonos consuelo, sólo hay que tener fe.
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