
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
La chicha más buscada es la de piña.
Aquí conserva sus empanadas calientitas.
Todos los implementos del negocio se los lleva para su casa.
Aunque es peruano, se considera panameño.
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
La chicha más buscada es la de piña.
Aquí conserva sus empanadas calientitas.
Todos los implementos del negocio se los lleva para su casa.
Aunque es peruano, se considera panameño.
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
La chicha más buscada es la de piña.
Aquí conserva sus empanadas calientitas.
Todos los implementos del negocio se los lleva para su casa.
Aunque es peruano, se considera panameño.
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
La chicha más buscada es la de piña.
Aquí conserva sus empanadas calientitas.
Todos los implementos del negocio se los lleva para su casa.
Aunque es peruano, se considera panameño.
Se siente feliz porque, con su trabajo, sus hijos pueden estudiar.
Foto: EVERGTON LEMON
La chicha más buscada es la de piña.
Aquí conserva sus empanadas calientitas.
Todos los implementos del negocio se los lleva para su casa.
Aunque es peruano, se considera panameño.
Antonio lleva 15 años vendiendo chichas y empanadas en la Plaza Edison, en donde ya tiene su clientela fija, por la calidad de sus productos.
Llega todos los días a la 9:30 a.m. a este sitio, y ya sus clientes están a la espera de sus refrescantes chichas y ricas empanadas.
Con este negocio Antonio está criando a sus tres hijos, porque es de la mentalidad de que tienen que estudiar para que en unos 10 años sean hombres de bien.
Este padre alega que no hay mejor herencia para los hijos que una buena educación, para que se defiendan en la vida.
Para este hombre no hay mejor ejemplo que demostrarle a sus hijos que las cosas se ganan por medio del trabajo y no de la vida fácil.
Todas las tardes Antonio acude al Mercado de Abastos a comprar sus frutas, para el día siguiente preparar sus chichas.
En horas de la tarde, cuando termina de vender sus productos, traslada en un pequeño panel su carretilla, los ‘coolers’ e incluso se lleva la basura que los clientes botan, porque no quiere ensuciar su lugar de trabajo.