Antes de que cante el gallo, su negocio está en pie para servir a los clientes: los asegurados.
La familia de Rolanda Correa cada noche se prepara a tener todo en orden y ofrecer desayunos en un puesto informal en la Policlínica Manuel Ferrer Valdés, en calle 25, como una forma de ganarse el sustento diario.
Rolanda contó que tiene 12 años de estar en el mismo lugar vendiendo té, café y empanadas, actividad que le ha resultado porque la gente está desde muy temprano en el lugar haciendo fila para sacar su cupo. Sumado a los que tienen que practicarse exámenes en ayuna y salen con hambre.
"Las ventas son buenas, se intensifican a las 5 de la mañana y empiezan a bajar a eso de las 2 de la tarde cuando hay menos gente". Pero luego de esa hora, compensa su actividad con las personas que salen de sus trabajos y pasan por el lugar.
Tiene una ayudante que también depende de sus ventas, porque hay momentos que no se da a basto.
Mientras ella despacha, su hijo José Luis se dedica a vender llamadas de celulares a 25 centavos.
"Se venden bastante minutos, porque las personas llaman a sus familiares para decirles si hay o no hay cupo o medicamentos.
Además de mi negocio, estoy pendiente del de mi madre, porque estamos en la calle desde la madrugada", concluyó José Luis.
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