Ellos también merecen una oportunidad. Y es Dios precisamente quien les toca el corazón y los adentra en las enseñanzas bíblicas. Algunos de los internos del Centro de Rehabilitación Renacer, El Centro Penitenciario La Joya y La Joyita, hoy día se han acercado a escuchar la palabra del Señor.
El estar privados de libertad no ha sido impedimento para demostrar su fe y devoción.
LA FE DENTRO DE LAS CARCELES
No ha sido fácil para ninguno de estos creyentes vivir la experiencia de estar dentro de las cárceles por sus errores, pero tampoco se les ha hecho difícil buscar a Dios. Por su propia voluntad y porque han sido seducidos por el Todopoderoso, hoy asisten diariamente a la capilla desde las 9:00 de la mañana hasta las 12:00 del día. Comparten la palabra del día y rezan el rosario. Los martes y jueves reciben catecismo.
Mientras que la religión católica atrae a los internos, también la evangélica tiene a sus siervos.
Dentro de las cárceles la devoción y la fe en Cristo ha permitido que muchos de ellos se conviertan en predicadores. Se reúnen desde las 9:00 a.m. hasta las 11:30 a.m. en la enseñanza bíblica, y hablan de temas como la fe en la oración, en el amor y en la familia.
En La Joya y La Joyita la fe también es positiva. Según el padre Luis Jiménez, coordinador de la Pastoral Penitenciaria Católica, sus miembros visitan sistemáticamente todos los pabellones.
Sin embargo, muchas veces la conversión no ha sido tan fuerte y no han sabido sujetarse al choque con la sociedad.
¿LA SOCIEDAD ES CULPABLE?
Para Ana de Andrete, coordinadora de la Pastoral en el Renacer, cuando estos internos salen libres, muchas veces las sociedad tiene la culpa de sus comportamientos, porque cuando se sumen a la responsabilidad de abrir fuentes de trabajo para ellos, dejarán de delinquir y no volverán a cometer los mismos errores.
El padre Jiménez indicó que estos reos se han ido de las cárceles con la biblia, pero que luego la tiran a un barranco, y otros hasta han utilizado el libro de las Sagradas Escrituras para guardar cuchillos, pero hay otros a los que sí les ha cambiado la vida.
TESTIMONIO
Paulino Cajar es uno de estos internos y sólo tiene unos 48 meses de estar detenido. Al principio empezó a escuchar la palabra de Dios para librarse del candado, pero con el tiempo decidió participar de corazón y por voluntad propia. Dijo que ahora conoce el significado de estar preso y el tener su libertad. En cuestión de segundos se vio sin esa libertad que añora, pero reconoce que su error le ha cambiado la vida, convirtiéndose en seguidor de Dios.
"Antes odiaba a los ladrones, ahora comparto con muchas personas como yo que se equivocaron", indicó.
A Manuel Pérez también el Señor le tocó el corazón y ahora decidió entrar en la religión evangélica. Tiene 4 años de ser co-pastor dentro del Renacer.
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