La sala de espera del Aeropuerto de Tocumen estaba repleta de personas en espera de sus conocidos, algunos con carteles, globos y flores. Sin embargo, los amigos y familiares de María Carla esperaban con una inquietud que no era normal, no se reflejaba esa alegría que generalmente demuestran las personas cuando llega un familiar querido de un país lejano.
El reloj marcaba las 6: 10 de la tarde, cuando sus padres, Víctor y Aminta; y la hermana menor de la joven chiricana, que perdió la vida en un incendio forestal en Honduras, entraron a la sala de espera.
Las lágrimas y los abrazos de consuelo desviaron las miradas de los presentes, pues las lágrimas no eran de alegría. A pesar de verse tranquilos, sus ojos reflejaban dolor y desconsuelo.
Los empleados del aeropuerto indicaban a la familia Rivera por dónde saldría el carro fúnebre que transportaba a María Carla. Los Rivera se dirigieron a la puerta dos, y abordaron el vehículo donde iba su hija.
Hoy se ofrecerá una misa en la ciudad capital, y mañana se realizarán las honras fúnebres en la capilla del Sagrado Corazón de Jesús, en la ciudad de David.
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