Es una actividad que descubrió por la gracia de Dios.

Transcurría noviembre de 2008 y Gilma Elvira Chiari deseaba dedicarse a una actividad, pero clamaba que estuviera relacionada a Dios y, por ende, que sirviera para los demás. Ella se puso a analizar a la juventud y llegó a la conclusión de que una gran mayoría estaba alejada de la iglesia o si estaban cerca lo hacían esporádicamente.

Para Gilma, el proyecto que buscaba tenía que ser de utilidad tanto para ella como para que las demás personas pudieran aumentar su espiritualidad, vivirla como tal y que contagiarse del amor de Jesús. Eso le tomó muchas horas de meditación, pero le dio resultados.

Un buen día entró a una sedería y compró unas bolitas de madera, que le alcanzaron para diez rosarios, los cuales fueron regalados a sus sobrinos, ya que Gilma tiene un grupo de oración familiar y se congrega todos los jueves en la capilla María Auxiliadora del Instituto Técnico Don Bosco en una cadena de oración.

A esos niños de cinco y ocho años, les costaba pasar las cuentas mientras rezaban el rosario, por lo que eso fue el regalo indicado para estos niños el Día de Acción de Gracias.

Alguien quien también aportó para ampliar sus diseños fue su progenitora, ya que le llevó otros materiales con los que fue innovando sus colecciones hechas a manos con piedras semipreciosas.

Con esos rosarios, sus sobrinitos aprendieron a profundizar el rezo de los misterios, aunque Gilma admite que son manualidades empíricas y no ha tenido que invertir mucho en propaganda para darse a conocer. Sus familiares han enviado correos electrónicos y hasta tiene la página web: gilma@rosariosbylingling.

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