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Inicio de la Semana del Amor
Los cristianos durante la Semana Mayor reflexionan sobre la vida y muerte de Jesús.

Redacción | DIAaDIA

Con el inicio de la Semana Mayor, monseñor José D. Ulloa Mendieta, arzobispo de Panamá, quiere llevar un mensaje de reflexión y que se entienda el verdadero significado de la Semana Santa.

Queridos hermanos:

Con la celebración del Domingo de Ramos damos comienzo a la Semana Santa, la gran semana cristiana. Semana que dio origen a nuestra fe y a nuestras comunidades cristianas. Semana en la que vamos a acompañar al Señor en los últimos días de su vida. Semana de la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Comenzamos esta semana con la entrada de Jesús en Jerusalén, aclamado por la multitud como Mesías. Pero entra en Jerusalén no como los antiguos soldados, que entraban triunfantes, con tesoros y prisioneros, sino que el Señor entra en la ciudad no haciendo una demostración de fuerza, sino mostrando que cabalga a lomos de la humildad y la sencillez. Sus armas son el amor y el corazón.

Pero a los pocos días de esta entrada en Jerusalén, vemos a ese mismo Jesús saliendo de Jerusalén camino del Calvario, cargando con la cruz, maldecido por la multitud, condenado por los poderes políticos y religiosos, humillado, insultado, incomprendido.

Por eso la Pasión de Cristo no ha terminado. Cristo sigue hoy sufriendo en el hombre, con el que Jesús se ha querido identificar.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando no sabemos acompañar a nuestros hermanos que sufren, que sienten angustia y se sienten solos, como hicieron los discípulos del Señor en el huerto de Getsemaní.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando vendemos nuestra vida por 30 monedas de plata; cuando nuestro deseo de enriquecernos nos lleva a hacer negocios no tan honrados, cuando, incluso, compramos por dinero un poco de placer.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando los hombres buscan en la violencia (terrorismo, guerras, abortos, odios entre familias), la solución de los problemas, como aquellos que prendieron a Jesús con espadas y palos.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando acusamos injustamente a los hombres con críticas y descalificaciones injustas, como lo hicieron con Jesús aquellos líderes religiosos de Jerusalén y los falsos testigos.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando lo negamos a Él, por vergüenza y cobardía como lo hizo Pedro; cuando no confesamos con valentía y sinceridad nuestra fe.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando nos lavamos las manos como Pilato; cuando no vivimos comprometidos con nuestra fe y vivimos una fe sin involucrarnos mucho o nada en las tareas de la Iglesia.

Hoy Cristo sigue sufriendo la pasión, cuando nos dejamos llevar por las modas en ideas y costumbres, como hicieron los habitantes de Jerusalén.

Hoy, en una palabra, Cristo sigue sufriendo su pasión, en todo aquel que sufre: enfermos, pobres, ancianos en soledad, marginados de la sociedad, etc. Y ojalá no nos burlemos de ellos como lo hicieron los soldados de Jesús clavado en la cruz.

La Pasión y Muerte del Señor no fue sólo un hecho histórico, y no fueron sólo los judíos los que torturaron al Señor. La pasión no se ha acabado porque donde haya un ser humano sufriendo, ahí hay pasión y todos nosotros debemos sentirnos responsables.

Por eso al iniciar esta semana celebrémosla con un sentido cristiano. Y participemos en todas las celebraciones.





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