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ENTRE NOS
Tres en uno

Elizabeth Muñoz de Lao ([email protected]) | DIAaDIA

¿Hay tres Panamá? Sí. Eso lo sentí mientras estudiaba, y traigo a colación el tema porque ya los estudiantes de escuelas privadas entraron a clases, mientras los de escuelas públicas aún no lo hacen.

Corría el año 1974 cuando estaba yo en tercer año de escuela secundaria (hoy premedia). Por mi casa llegaban muchachitos del campo que nos miraban como si fuéramos príncipes árabes cargados de dinero sólo porque estábamos en el colegio. Ellos no habían podido pasar del sexto grado, pues la pobreza extrema en la que vivían impedía a los padres mandarlos a la secundaria.

Así fue como conocí a un Panamá, ese donde comer arroz y frijoles es ya un gran logro.

Luego, hacia 1978, entré a la universidad después de pasar el curso de capacitación que era obligatorio en aquel entonces. Fue cuando conocí al tercer Panamá y me di cuenta de que yo vivía en el segundo.

Fui siempre una estudiante que me gustó estar en "todas". Declamaba, estaba en el coro, participaba en concursos de ortografía, redacción, en la sociedad de pregraduandos, en la de graduandos, era maestra de ceremonia de los actos, estaba en la FEP, y un largo etcétera. Creí que con eso ya estaba debidamente preparada para ser competitiva en la universidad.

¡Craso error de percepción! Cuando me vi en el aula, me di cuenta de mis carencias. Tuve la suerte (o la mala ventura) de que los estudiantes más destacados del grupo eran bilingües, varios habían pasado por cursos de fotografía, de pintura, venían de escuelas privadas y hasta habían viajado al extranjero. Yo sólo había estado en Chiriquí y en Coclé, y nunca tomé cursos extras porque éramos pobres y no había dinero para eso. Pasé de ser la estudiante privilegiada a una más del montón.

Confieso que eso me sirvió. Hice amigos de los que aprendí muchísimo y me obligué a tomar cursos de inglés en la YMCA, pero si he de ser sincera, sigo siendo muy torpe para entender y hablar ese idioma. Además, redoblé mis esfuerzos por aprender de todo y de todos.

He escrito esto porque no dejo de pensar en esos niños y jóvenes del primer y segundo Panamá que aún no pueden entrar a la escuela, mientras que los del tercer Panamá ya están dando clases en los colegios y en las universidades privadas.

Aunque es una injusticia social el hecho de que haya tres países en uno, exhorto a los niños y jóvenes del primero y segundo grupo a que, pese a las circunstancias, engullan todo lo que signifique conocimientos y estudio, porque es la única forma de acceder al tercer y privilegiado Panamá.





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