
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Don Miguel tiene más de 40 años de ser pescador.
En estas cajas se pesa el pescado.
Los pescadores se ponen cartuchos para no mojar su ropa.
Los pescadores de Farallón, en plena venta.
Los trabajadores del mar son muy unidos, se apoyan mutuamente.
“La pesca estuvo regular, pues cuando hay agua mala se pasa más páramo. Es una labor en la que hay que estar muy atento”.
Erick Lasso
“Después que salgo de la pesca, que toma más de 12 horas, me voy a laborar como ayudante de albañil para ganar más”.
Orlando Jiménez
“Son los pescadores quienes menos ganan en este negocio y los que exponen directamente su vida en el mar”.
Ofelia Samaniego
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Don Miguel tiene más de 40 años de ser pescador.
En estas cajas se pesa el pescado.
Los pescadores se ponen cartuchos para no mojar su ropa.
Los pescadores de Farallón, en plena venta.
Los trabajadores del mar son muy unidos, se apoyan mutuamente.
“La pesca estuvo regular, pues cuando hay agua mala se pasa más páramo. Es una labor en la que hay que estar muy atento”.
Erick Lasso
“Después que salgo de la pesca, que toma más de 12 horas, me voy a laborar como ayudante de albañil para ganar más”.
Orlando Jiménez
“Son los pescadores quienes menos ganan en este negocio y los que exponen directamente su vida en el mar”.
Ofelia Samaniego
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Don Miguel tiene más de 40 años de ser pescador.
En estas cajas se pesa el pescado.
Los pescadores se ponen cartuchos para no mojar su ropa.
Los pescadores de Farallón, en plena venta.
Los trabajadores del mar son muy unidos, se apoyan mutuamente.
“La pesca estuvo regular, pues cuando hay agua mala se pasa más páramo. Es una labor en la que hay que estar muy atento”.
Erick Lasso
“Después que salgo de la pesca, que toma más de 12 horas, me voy a laborar como ayudante de albañil para ganar más”.
Orlando Jiménez
“Son los pescadores quienes menos ganan en este negocio y los que exponen directamente su vida en el mar”.
Ofelia Samaniego
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Don Miguel tiene más de 40 años de ser pescador.
En estas cajas se pesa el pescado.
Los pescadores se ponen cartuchos para no mojar su ropa.
Los pescadores de Farallón, en plena venta.
Los trabajadores del mar son muy unidos, se apoyan mutuamente.
“La pesca estuvo regular, pues cuando hay agua mala se pasa más páramo. Es una labor en la que hay que estar muy atento”.
Erick Lasso
“Después que salgo de la pesca, que toma más de 12 horas, me voy a laborar como ayudante de albañil para ganar más”.
Orlando Jiménez
“Son los pescadores quienes menos ganan en este negocio y los que exponen directamente su vida en el mar”.
Ofelia Samaniego
Cuando son las 8:00 a.m. están la mayoría de las pangas llenas de pescado fresco.
Foto: EVERGTON LEMON/ ROBERTO BARRIOS
Don Miguel tiene más de 40 años de ser pescador.
En estas cajas se pesa el pescado.
Los pescadores se ponen cartuchos para no mojar su ropa.
Los pescadores de Farallón, en plena venta.
Los trabajadores del mar son muy unidos, se apoyan mutuamente.
“La pesca estuvo regular, pues cuando hay agua mala se pasa más páramo. Es una labor en la que hay que estar muy atento”.
Erick Lasso
“Después que salgo de la pesca, que toma más de 12 horas, me voy a laborar como ayudante de albañil para ganar más”.
Orlando Jiménez
“Son los pescadores quienes menos ganan en este negocio y los que exponen directamente su vida en el mar”.
Ofelia Samaniego
Un sombrero “pintao” era la única protección que llevaba don Miguel, quien miraba hacia la playa con la esperanza de ver a su hijo y su sobrino. Dentro del carro estaban dos de sus hijas, quienes esperaban el producto de la pesca para luego comercializarlo.
A la edad de siete años, este señor aprendió la labor de pescador, junto a su padre, pues lo acompañaba a pescar. “Nunca trabajé para el Gobierno ni empresa privada, he dedicado mi vida a la pesca y esta labor se la he heredado a mis hijos e hijas. Recuerdo que me daban una caña de pescar con la que hice mis pinitos y hasta que me hice un pescador artesanal”, aseveró.
Con el trabajo de la pesca, el hombre educó a sus seis hijos, quienes hoy también se dedican a esta labor.
“Ahora con los celulares se puede llamar, los pescadores tienen menos posibilidad de perderse, pues antes se iban con linternas, a merced de la marea y poniendo en práctica los conocimientos adquiridos”, dijo don Miguel, quien esperó hasta las 7:45 a.m., hora en que apareció la nave, que en medio del mar parecía una brusquita.
Don Miguel corrió a ver cómo les había ido y les preguntó qué tal estuvo el tiempo, a lo que los dos pescadores (Eric Lasso y Orlando Jiménez) le contestaron: “regular, ya que la marea estaba picada, había montón de agua mala, la pesca estuvo regular y la brisa estaba fuerte, nos cubrimos con cartuchos”, aseguraron los muchachos.
Enseguida descargaron la mercancía, la pesaron y la llevaron para ser vendida.
Se enfrentan a todo
El señor Miguel estaba atento a la mercancía y entre los ajetreos del negocio, manifestó que no es nada fácil ir al mar, pues a esa masa de agua no hay que temerle, porque si no, te envuelve, pero sí hay que respetarla. “Cuando se va de pesca, es importante que en caso de que vayan a dormir, siempre quede un pescador despierto haciendo vigilancia ante toda eventualidad como la brisa, la lluvia, la marejada. “He escuchado a pescadores decir que se enfrentan también al peligro de los narcotraficantes, por suerte nunca me ha pasado, pero nunca he escuchado que hayan matado a nadie, lo mejor es mantener la calma”, aseguró el pescador.
Todos los días, desde que son las 4:00 p.m. la playa de La Ensenada en San Carlos se llena de pescadores de distintos sectores del oeste, quienes solo se encomiendan a Dios para zarpar hacia la travesía pesquera, y pasan más de 15 horas en el mar. Una mochila, en la que llevan un refrigerio, cartuchos plásticos y linternas para alumbrar, es lo necesario que llevan estos hombres.
Ya en la mañana, van regresando las pangas. Algunas cargadas, otras con menos suerte, solo traen para el gasto diario. Mientras, a orillas de la playa están los compradores con enormes tinas para echar los pescados que luego son vendidos en distintos lugares.
Don Miguel recordó que las veces que fue a pescar se topó con Elvis Oropeza y Francisco Osorio, los pescadores que fallecieron al naufragar la nave en que iban el pasado 24 de febrero.
Otro inconveniente
Los pescadores artesanales expresaron que otro de los problemas a los que se enfrentan en el mar es cuando están los barcos bolicheros que se meten en el área donde están las pangas artesanales, que pueden ser arrastradas por estos enormes barcos. “Ellos utilizan redes donde atrapan peces de todos los tamaños y eso afecta, porque de esa manera va escaseando la producción de peces”, aseguraron.