Los campesinos fueron los grandes protagonistas. Cuando el Papa Juan Pablo II visitó Panamá aquel 5 de marzo de 1983, unas 300 mil almas lo esperaban en el estadio Rommel Fernández, otrora Revolución, y alrededores.
Un hombre sencillo, de a pie, fue el encargado de hacerle llegar el mensaje del campesinado panameño, al que estaba dedicada la jornada del estadio. Justo Ovalle se llama.
El Prelado estuvo sólo once horas aquí, pero esas pocas horas quedaron grabadas con tinta indeleble en el corazón de los panameños.
El padre Fernando Guardia Jaén, director de Radio Hogar, fue el coordinador de todos los preparativos de la visita. Fue necesario viajar varias veces al Vaticano para definir el itinerario con la Oficina de Viajes de la Santa Sede. Este incluía visitas a Costa Rica (centro del periplo), Nicaragua, regreso a Costa Rica, donde durmió, Panamá, Haití y República Dominicana.
La coordinación también la hizo la iglesia católica con entidades de gobierno, como Cancillería, Salud, Aeronáutica Civil, Fuerzas de Defensa, MOP y los estamentos de Seguridad.
Además, se coordinó con los grupos organizados y las diócesis de todo el país. Fue un viaje caro, aunque no especifió cifras.
El Papa llegó con una comitiva de 300 personas, entre colaboradores y periodistas en un avión de Alitalia. Fue recibido con calor, más humano que físico, por una muchedumbre que, emo
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