La clásica. Cuando al panameño común le toca enfrentarse con el transporte, tanto colectivo como selectivo, la paciencia y la tolerancia son dos factores imprescindibles.

DIAaDIA, además de poner a prueba a los "diablos rojos", también puso la lupa sobre los taxis y el común denominador saltó enseguida: "No voy".

QUE EMPIECE LA ACCION

Desde la 8:00 a.m. se inició esta tarea, específicamente en "El Balboa", en la antigua estación Delta, por donde transitan los buses de Río Abajo-Veranillo.

Muchas personas esperaban taxi, pero con diferentes destinos. Una de ellas era una joven, que de seguro iba al trabajo o por lo menos su atuendo lo reflejaba. Ella se dirigía a El Crisol y en el primer intento recibió una negativa, pues el conductor del vehículo con placa 13958, ya llevaba un pasajero, que de seguro iba hacia San Miguelito.

Mientras, la joven seguía esperando. Muy cerca, una señora con su nieta, y otra dama, también aguardaban para llegar a su destino. Ellas compartieron el taxi. La primera se dirigía a "Calle L" y la segunda a la Escuela República de Colombia, ubicada en Calle H, Paraíso. El taxista aceptó llevarlas, ya que ellas mismas, por la cercanía, lo sugirieron. Por delante pasó otro taxi en el que la joven que se dirigía a El Crisol aprovechó y se marchó.

LLEGO LA OPORTUNIDAD

No pasaron ni cinco minutos cuando entró en escena la unidad 9149, en el que DIAaDIA pidió trasladarse hacia Los Andes. Atrás venía una señora que se bajó en la Policlínica Manuel María Valdés, en Paraíso.

Por la calles internas de Veranillo, fuimos saliendo a Los Andes. En el recorrido una joven paró el taxi. Ella se dirigía hacia Multicentro, pero el joven prefirió no tomar la carrera, pues dijo que iba a entregar el carro al palanca. Pese a esto, el conductor andaba en pantalón corto y alegó que a él no le gusta manejar vestido así. La carrera salió por B/.1.75.

LA CRUDA REALIDAD

Ya en el Centro Comercial Los Andes iniciaba otra vez la faena. Una ubicación perfecta, en la sombra, porque de seguro la espera sería larga, y en efecto así sucedió.

El Dorado sería el destino puesto a prueba. Eran las 8:30 de la mañana. Ya en la marquesina central del centro comercial había una joven esperando. ¿Quién sabe cuánto tiempo tenía allí? pues su rostro no era de buenos amigos. Al poco rato, un taxi la llevó a Villa Cáceres. Pero para El Dorado no quería ir nadie. Pasó uno, dos y nada, no hubo manera de llegar al destino. Se decidió cambiar El Dorado por Linda Vista, pero fue infructuoso. Se suspendió esta misión, así que la opción que quedaba era abordar un bus Tumba Muerto-Los Andes.

MARCO LA DIFERENCIA

A las 12:00 del mediodía se volvió a la acción en el mismo lugar, Los Andes. El primer taxi se acercaba, sólo escuchó El Dorado y por allí mismo arrancó. Detrás venía la unidad 6269, escuchó el destino y dijo: "Venga". "Yo voy pa' la calle a trabajar, yo no digo que no" y a El Dorado se llegó.