Tremenda fama la que tiene Russell Crowe con eso de que es golpeador y que por cualquier cosa se molesta. Imagínense que Russell estaba en un Club, donde iba a cantar, nadie se atrevió a decirle que estaba prohibido fumar, por temor a su reacción. Le dejaron hacer lo que quisiera hasta que cantara, pero ahora es que viene lo bueno.

Según cuenta el Daily Star, los dueños del local están preocupados porque puede caerles el peso de la ley, ya que en Nueva Zelanda no se puede fumar en lugares públicos. La noticia trascendió de tal modo que el futuro se les viene negro: multas considerables y posible clausura. Y todo para que Russell cantara en paz. ¡Noo!