Al descender la montaña de la India Dormida se hizo un alto en "El Chorro de las Mozas", que según cuentan eran tres bellísimas hermanas, hijas del noble Tobalo, amigo del cacique Chirú, y se enamoraron de Caobo, quien lo describe como un hombre ágil, diestro y temible contendor en las balserías, pero no eran correspondidas por él.
Cuenta la historia que en una balsería en Penonomé, descubrieron que Caobo había sido hechizado por Rutí, bellísima plebeya.
Estas mozas regresaron a su tierra y quisieron olvidar. Pero una noche de luna llena se dirigieron al río que corría entre precipicios y peñascos, allí lloraban sin consuelo y su llanto fue haciéndose más fuerte, convirtiéndose en tres chorros que se precipitan en las aguas del río. Cuenta la leyenda que estas mujeres fueron llamadas por voces misteriosas y se dejaron arrastrar por la corriente de las aguas. Sin embargo, se dice que no murieron, porque el genio de las aguas, compadecido de sus lamentos, las salvó, por lo que viven bajos las aguas, libres de todo padecimiento.
Las hijas de Tobalo, a veces, se dejan ver, especialmente en las noche de San Juan, pues hay quienes aseguran haberlas escuchado bulliciosas y alegres.