Cecilio Maure ha dedicado su vida a la pesca. Hace 22 años trabaja en el puerto de Chepo y en El Terraplén vendiendo los productos del mar que consigue cuando hace sus viajes en altamar. "No tengo idea de por qué me hice pescador", dijo, pues nadie de su familia se dedica a este trabajo.
La familia de Maure depende de la labor que él realiza y gracias a las ganancias que ha tenido pescando, ha criado a sus dos hijas.
Pero es precisamente la familia lo que más extraña cuando se embarca. "Lo más difícil para un pescador es tener que embarcarse como por ocho o diez días, mientras que su familia se queda en tierra y no se sabe más de ella hasta que no regrese", expresó Maure, mientras acomodaba en varias cajas el pescado que había traído.
El ser un pescador no es cosa fácil y Cecilio lo ha experimentado, pues varias veces ha tenido inconvenientes.
Él recordó que hace tres años el bote en el que viajaba se volteó y tuvo que sobrevivir por la espalda de éste junto a dos compañeros más, así estuvimos un buen tiempo".
También una vez un barco les partió un bote y se fue, ellos quedaron a la deriva en el agua.
"La vida en el mar no es tan fácil, pero hay que adaptarse a eso y ya nosotros lo estamos", expresó el señor, cuyo rostro sonrojado muestra las horas que pasa bajo el sol. Asegurando que su familia también se adaptó a que no esté en la casa durante ese tiempo.
Maure disfruta la vida del mar, afirmando que lo que más le gusta de ser pescador es cuando llega a tierra, que hay plata y sobre todo que ve a su familia.
"Uno no puede decir que no hay trabajo porque sí hay, de cualquiera cosa uno puede trabajar siempre y cuando sea honrado".
MAR ADENTRO
Maure pasa hasta diez días en el mar sin ver a su familia y sin saber nada de ellos.