
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VSQUEZ
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VSQUEZ
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VSQUEZ
De la fruta del marañon se extrae la pepita que posteriormente se asa antes del Viernes Santo.
Muchos veragüenses aprovechan la fecha para intalar negocios de venta de comida para generar ingresos.
Los productores venden su cosecha de naranja que a la vez utilizan como base de populares dulces.
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VÁSQUEZ
De la fruta del marañon se extrae la pepita que posteriormente se asa antes del Viernes Santo.
Muchos veragüenses aprovechan la fecha para intalar negocios de venta de comida para generar ingresos.
Los productores venden su cosecha de naranja que a la vez utilizan como base de populares dulces.
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VÁSQUEZ
De la fruta del marañon se extrae la pepita que posteriormente se asa antes del Viernes Santo.
Muchos veragüenses aprovechan la fecha para intalar negocios de venta de comida para generar ingresos.
Los productores venden su cosecha de naranja que a la vez utilizan como base de populares dulces.
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VÁSQUEZ
De la fruta del marañon se extrae la pepita que posteriormente se asa antes del Viernes Santo.
Muchos veragüenses aprovechan la fecha para intalar negocios de venta de comida para generar ingresos.
Los productores venden su cosecha de naranja que a la vez utilizan como base de populares dulces.
A pesar de que cada creyente le reza a su santo favorito, le rinden tributo a un solo Dios.
MELQUIADES VÁSQUEZ
De la fruta del marañon se extrae la pepita que posteriormente se asa antes del Viernes Santo.
Muchos veragüenses aprovechan la fecha para intalar negocios de venta de comida para generar ingresos.
Los productores venden su cosecha de naranja que a la vez utilizan como base de populares dulces.
En esta fecha, para los católicos es una muestra de respeto, de recogimiento espiritual y familiar, en la que se dejaban de hacer algunas actividades, como trabajos pesados en el campo y más bien se debía permanecer juntos, en familia, hasta el día después de la resurrección de Jesucristo.
Preparativos
Dado el respeto que anteriormente se le tenía a este día, es decir al Viernes Santo, fecha en que crucificaron a Jesús, en la mayoría de las comunidades veragüenses se preparaban, con dos a tres días anticipados, los dulces y comidas para esperar que estuviesen todos juntos y disfrutarlos.
Hay tradiciones que aún siguen vigentes en Veraguas para estas fechas, como por ejemplo: preparar dulces de naranjas, marañones, piñas, pepitas de marañón, mangos con miel y otros ingredientes. Las comidas se elaboran a base de pescado o cualquier otro producto del mar, ya que no se puede comer carne roja durante la Semana Mayor.
Mitos y leyendas
Era común no hacer ruidos durante esa semana y solo los adultos se mantenían en oración y meditación, mientras que a los jóvenes se les prohibía realizar actividades deportivas o cualquier otra, como bañarse en los ríos y playas, puesto que podía darse un accidente o convertirse en peces. Si te subías a un árbol, te convertirías en mono; si te arrastrabas por el suelo, serías una serpiente; saltar podría convertirte en un sapo, o cualquier otro animal.
También hay leyendas como la del "Ceñil", hombre que se encantó por ir de cacería un viernes santo, y jamás regresó con su familia, por faltar a ese día que se le brinda mayor respeto a quien ofrendó la vida por todos nosotros.
Tiempo de guardar
Igual que estas leyendas, muchas de las comidas tradicionales no se podían comer en estas fechas, como el arroz, carnes de pollos o res, o cualquiera otra.
Solo se podía comer pescado con bollos de maíz, tortillas y dulces, los que eran preparados con antelación y guardados para repartirlos en los días en que no se podían hacer los oficios domésticos para guardar respeto al Hijo de Dios.
Otra parte de esa muestra de consideración era que aquellas familias que en estos días no tenían comidas ni otros preparativos eran invitadas por sus vecinos a compartir y de esa manera superar las diferencias habidas por muy duras que fuesen.