Desde el 2006, Carlos Ortiz decidió narrar desde las butacas del Estadio Nacional Rod Carew, para tener una trasmisión más interactiva con los fanáticos. (Foto: Omar Batista / EPASA)
Elisinio González G.
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La voz de Carlos Ortiz es muy conocida por los seguidores del equipo de Los Santos.
Y es que desde 1992 este santeño de pura cepa se ha dedicado a transmitir de una forma muy descriptiva y profesional, todos los partidos de béisbol de su querida provincia, a través de Ondas del Canajagua.
Un narrador que esconde una historia poco común, que muchos quizás no la puedan creer. Una historia que trata sobre su llegada al mundo de la narración, que el propio Ortiz confesó que fue de "carambola".
NACE LA HISTORIA
Era una calurosa tarde de 1991. En el Estadio Olmedo Solé de la ciudad de Las Tablas se encontraba en las gradas Carlos Ortiz disfrutando de un partido de la Liga de los 73 Corregimientos de la provincia de Los Santos.
De repente, apareció el tesorero de la liga, Pulio Medina, para pedirle a Ortiz que le leyera las cuñas a través de Ondas del Canajagua.
Sin vacilar, Ortiz se negó, porque alegaba que no sabía nada de la radio.
"Recuerdo que fue tanta la insistencia que al final quedé leyendo las cuñas, para que Pulio se fuera a comprar una comida. Cuando regresó, inmediatamente le entregué el micrófono", confesó Ortiz.
Una carcajada apareció en escena, antes de que Ortiz volviera a recordar la petición del narrador Arquimedes Campos.
"No fue hasta el tercer fin de semana cuando aparecí nuevamente al estadio y esta vez fue el narrador Arquimedes Campos el que me invitó a una transmisión de la Liga de Corregimiento. Su compañero, Jorge Aquiles Domínguez, quien leía las cuñas, también me insistió. Al final no rechacé la invitación y comencé a narrar", declaró.
Nuevamente otra expresión de felicidad interrumpió el relato. A los segundos, Ortiz confesó lo que hizo luego de finalizar el episodio.
"Comencé a narrar y lo hice muy mal. Cuando terminó la entrada solté el micrófono y le dije a Arquimedes que yo no servía para narrar. Sin vacilar me fui para mi casa", confesó.
Ortiz precisó que en el cuarto fin de semana tomó fuerzas para volver al hogar del equipo santeño. Esta vez superó el miedo, aunque confesó que la narración fue mala.
"Jugaba Nuario contra Pocrí. No lo hice bien, pero tuve el valor de hacerlo. En esa transmisión ya estaba comentando el que es hoy mi compañero inseparable y amigo leal, Domingo Castillo", enfatizó.
INVITACION A LO GRANDE
La Liga de Corregimiento había llegado a su fin, pero no las transmisiones a través de Ondas del Canajagua.
"Me mantuve con el grupo transmitiendo algunos partidos de softbol en la provincia de Los Santos. Poco a poco fui perdiendo el miedo, pero no dejaba de cancanear", dijo.
No fue hasta diciembre de 1991 cuando Ortiz recibió una llamada que le cambiaría la vida.
"Recuerdo que me llamó por teléfono el gerente de Ondas del Canajagua, Jorge Ramón Villarreal, para que nos encontráramos en el Estadio Olmedo Solé. Cuando llegué a la cita me pidió que transmitiera en los campeonatos nacionales, junto con dos monstruos, Enrique De León y Domingo Castillo", puntualizó.
Otra carcajada llenó la entrevista de felicidad por unos segundos.
"Yo le respondí al señor Villarreal que no sabía transmitir. Él me dijo que eso era mentira, porque me había escuchado transmitiendo en partidos de softbol. Al final, me dijo que me iba a pagar los gastos para que transmitiera, que en caso de que no me gustara, podría abandonar el barco", mencionó.
¡QUE PESADILLA!
Luego de lo pactado, la invitación no fue rechazada. Ortiz dijo que pidió una licencia sin sueldo en la farmacia donde trabajaba, para viajar a Panamá y cumplir con la transmisión del Campeonato Nacional de Béisbol Juvenil de 1992.
Ortiz recordó que el estreno fue en el Estadio Roberto Mariano Bula de la costa atlántica.
"Enrique De León inició la trasmisión y en el cuarto episodio me entregó el micrófono. Cuando me senté a narrar me llené de nervios, mas cuando observé que tenía al frente 22 cuñas entre las especiales y las rotativas", comentó.
El relato continuó entre risas y aplausos, al recordar que en su estreno sólo se dedicaba a narrar las bolas y los "strikes".
"Domingo Castillo me pedía que leyera las cuñas, pero yo no podía, porque no sabía cómo mezclarlas con la narración. Al caer el último "out" de la parte alta del cuarto episodio me levanté y le dije a Enrique De León que siguiera él, porque yo no podía hacerlo. Recuerdo que Enrique me dijo que a quién se le había ocurrido mandarme aquí, si yo no sabía narrar", expresó.
VOCES DE ALIENTO
El día soñado se le había convertido en pesadilla a Ortiz. Era tanta su frustración que al día siguiente decidió regresar a Las Tablas. Fue entonces cuando apareció la voz de aliento de Erasmo Espino, quien leía las cuñas para Ondas del Canajagua.
"Comencé a arreglar mi bolsa en el hotel y le dije a Erasmo que me regresaba para mi casa, porque yo no servía para transmitir. Recuerdo que Erasmo me quitó la maleta y me dijo que me tenía que quedar", dijo.
El narrador santeño decidió darse un segundo chance... una segunda oportunidad que llegaría en el Estadio Justino Salinas de La Chorrera.
"Ya todo estaba listo para la transmisión, cuando me llamó el jefe. Con palabras fuertes y algo vulgares me dijo que yo no servía para trasmitir. Que en Colón no había servido para nada. El teléfono lo cerró al instante", enfatizó.
Cuenta Ortiz que fueron estas palabras las que lo llevaron a convertirse en el narrador que es hoy día.
"Recuerdo que llegó el cuarto episodio y Enrique De León me preguntó que si podía transmitir. De forma respetuosa le dije que sí, y lo hice bien. Gracias a Dios, hasta hoy no he parado de narrar", acotó.