Es alegre y comprensiva. (Foto: ARNOLDO ZEBALLOS /EPASA)
Jesús Simmons
| DIAaDIA
Forjadora de la obra de Don Bosco. Desde muy joven, la catequista Hilda Lizondro, de 40 años, quien trabaja en la Basílica Don Bosco, sintió el llamado para ayudar todos los domingos a los jóvenes y niños en riesgo social.
Cada domingo religiosamente asistía a misa y un buen día le hicieron la propuesta para hacer un tipo de trabajo con los jóvenes. En un seminario conoció al grupo de oratoria de la basílica que la encaminó a realizar la obra que hace miles de años empezó Don Bosco.
Este trabajo lo hace con amor, pues se siente identificada, ya que creció en un barrio humilde como Calidonia, donde había jóvenes que desperdiciaban sus vidas en las pandillas.
Desde que empezó su obra ya han pasado 17 años, tiempo en el que ha visto a muchos jóvenes que ayudó convertirse en ingenieros, futbolistas, maestros y otros que lamentablemente fueron absorbidos por el barrio donde vivían.
Sin embargo no desmaya por las ovejas que se le han descarriado, al contrario, sigue firme todos los domingos en la iglesia, catequizando y ayudando a los niños y jóvenes de barrios como: Curundú, Santa Cruz y Calidonia.
Su trabajo es preocuparse por ellos, ayudarlos a hacer las tareas e ir a buscarlos al barrio sin importar exponer su propia vida; los chicos la adoran, al punto que le dicen mamá Hilda, pues les da el amor que muchas veces no encuentran en sus casas.
Lo que más quisiera esta abnegada catequista es que las personas y las empresas ayuden con donaciones a la Basílica Don Bosco, para así seguir con la obra que empezó Don Bosco.
CATEQUISTA
Hilda se preocupa tanto que hasta ayuda a los niños con sus tareas.