Panamá también expresó su gratitud al Santo Padre por su peregrinaje en el mundo y recordó con mucha emoción su visita a suelo patrio el 5 de marzo de 1983.
Dos horas y 19 minutos demoró la misa exequial en honor al Santo Padre en la Catedral Metropolitana ayer.
TODOS FUERON TESTIGOS
Esta ceremonia fue presidida por el Nuncio Apostólico de Panamá, Giacomo Otonelo, y concelebrada por miembros de la Conferencia Espiscopal de Panamá y más de un centenar de sacerdotes y religiosos.
No obstante, el pueblo, estudiantes de colegios católicos, universitarios, religiosos y seminaristas abarrotaron este templo, donde algunos tuvieron que escuchar la misa en los predios de la histórica Plaza Mayor, bajo un sofocante sol. También se contó con la presencia de altos dirigentes de otras religiones que se practican en Panamá, demostrando así las semillas del ecumenismo, obra por la que abogó el Santo Padre, y luego de su desaparición éstos son los primeros resultados.
PANAMA EN EL CORAZON DEL PAPA
El Nuncio Apostólico agradeció al pueblo panameño por el respaldo masivo a esta ceremonia y lo exhortó a "no tener miedo" para seguir dando a conocer a Cristo en este país. Recordó que esa fue una de las frases que pronunció el papa Juan Pablo II cuando fue designado para el cargo que liderizó por 26 años de servicio a favor de la Iglesia universal.
JUVENTUD Y DIACONOS PRESENTES
Al finalizar la misa exequial la joven Tatiana Hernández compartió su vivencia cuando asistió al Encuentro Mundial de Jóvenes en Toronto y comprobó la simpatía que tenían los jóvenes por el Papa. También los laicos se comprometieron a seguir la obra que inició el Santo Padre, pues estiman que ese será el mayor deseo del fenecido sucesor de Pedro.
Hoy las puertas de la Nunciatura Apostólica estarán abiertas desde las 9:00 a.m. para quienes deseen firmar el libro de condolencias que será enviado al Vaticano.
¡VAMOS, PANAMA!
Giacomo Otonelo manifestó que el Sumo Pontífice le escribió a Panamá por última vez el pasado 17 de marzo y expresaba su deseo de que los panameños siguieran amando a Cristo a través del sacramento de la Eucaristía y con la ayuda de sus ministros consagrados.
|