HISTORIAS
El disfraz de Jesús

Redacción | DIAaDIA

El abad de un monasterio estaba preocupado. Años atrás, su monasterio habí­a estado lleno de jóvenes novicios. Habí­a vida. Pero llegó un mal tiempo: el espí­ritu de los fieles se debilitaba y el silencio de la capilla era aterrador. Los pocos monjes cumplí­an triste y rutinariamente sus obligaciones. ¡Qué feo! Un dí­a, el abad buscó ayuda. Le planteó a un obispo: "¿A qué se debe esta triste situación? ¿Hemos cometido acaso algún pecado?". A lo que el cura respondió: "Sí­. Han cometido un pecado de ignorancia. El mismo Señor Jesucristo se ha disfrazado y está viviendo en medio de ustedes, y ustedes no lo saben".

Esas palabras calaron mucho en su vida. No podí­a creerlo. Se preguntaba: ¿Cómo no habí­a sido capaz de reconocerle? ¿Serí­a el hermano sacristán? ¿Tal vez el hermano cocinero? ¿O el hermano administrador? Por desgracia, él tení­a demasiados defectos... Pero el anciano obispo habí­a dicho que se habí­a "disfrazado". Todos en el convento tení­an defectos... ¡y uno de ellos tení­a que ser Jesucristo!

Cuando llegó al monasterio, reunió a sus monjes y les contó lo que habí­a averiguado. Los monjes se miraban incrédulos. ¿Jesucristo... aquí­? ¡Increí­ble! Claro que si estaba disfrazado, una cosa era cierta: Si el Hijo de Dios estaba allí­ disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. "Nunca se sabe", pensaba cada cual para sí­ cuando trataba con otro monje, "tal vez sea éste..."

El resultado fue que el monasterio recobró vida. Volvió la alegrí­a y nacieron más vocaciones.

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