"¿Cómo se te ocurre publicar una cosa como esa? Cómo así que a Ana Elisa le regalaron los "5", me tienen cansado tú y Franklyn", fue una de las frases que tuve que soportar el fin de semana, mientras disfrutaba de una noche libre, sin cocoas y sin la computadora. Como si fuera poco, hasta un empujón recibí, porque publicamos lo que sentimos y vemos.

Reacciones como éstas son las que me llevaron a la conclusión de que cuando expresas lo que piensas y lo que sientes, los demás se creen con derecho a insultarte y recriminarte. En ese momento dejas de ser su amigo del alma, para convertirte en el peor de los seres que existen sobre la Tierra. Te llaman venenoso, mentiroso y hasta bochinchoso, pero vuelves a ser su amigo y periodista preferido cuando quieren promocionarse, sólo hasta entonces vuelves a ser el mejor y hasta te dan una palmadita en la espalda para decirte "Olvida eso, Truji, Truji".

Tengan algo muy claro. Los periodistas estamos aquí para decir lo que pensamos, no lo que ustedes quieren que digamos. Defiendo hasta el final esta posición y, aunque muchas veces no les guste lo que decimos, aquí estaremos para ser los jueces imparciales de lo que sucede. Bueno o malo, esta es mi elección.