La pequeña carretilla con la que María Avendaño, de 35 años, comenzó su nueva actividad representa para ella el fin de una etapa y el comienzo de una carrera para lograr sus sueños.
Esta joven peruana, quien era maestra de una escuela, quedó desempleada de un momento a otro, y aunque aguardó otra oportunidad para ejercer su profesión, ésta nunca llegó y decidió ella misma buscarla.
Las opciones no eran muchas, por lo que una carretilla y dos tanques, uno con agua de pipa y otro con chicha de naranja, no eran una tan mala, al fin y al cabo, se trataba de un trabajo honrado.
Desde 1999, cuando salió por primera vez a vender chichas, a la fecha, María ha logrado mantener con dignidad su hogar, con ayuda de su esposo y el apoyo de su única hija. "Compartimos gastos y ganancias", asegura María, quien ahora tiene un carrito especial para la preparación de hot dogs y hamburguesas, muy gustados entre sus clientes, además de sus acostumbradas chichas. Todos los días, de lunes lunes a sábado, se despierta desde las 4: 00 a.m. para preparar los alimentos y salir a trabajar.
Su agradable sonrisa, la calidad de lo que vende y su empeño por mantener limpia su área de trabajo, la han ayudado a conseguir clientes fijos, que todos los días la visitan para comer gustosos lo que ella prepara.
"Mis jugos son naturales y siempre procuro tener todo limpio; cuando uno brinda un buen trabajo le va bien", sostiene María, quien le ha tomado un gran cariño a Panamá.
"A mí me gusta mucho el país y lo quiero, porque es el lugar donde como y donde vivo, además que la gente ha sido muy amable conmigo y hay que saber corresponder", agregó.
Como último mensaje, María exhortó a todos a tener fuerza de voluntad y poner de su esfuerzo para poder sobresalir.
SIN PENA
Al principio, sus colegas se avergonzaban de ella cuando la veían en su carretilla, pero le ha ido muy bien y María no se arrepiente de su trabajo.
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