Sazón criollo
Su sueño es tener su fonda.

Joyce Baloyes | DIAaDIA

A la sombra de un frondoso árbol, se gana el sustento diario. Ana Melva Asprilla dedica sus días a la actividad informal: venta de comida criolla.

Abismada por la necesidad, esta emprendedora dama decidió hacerle la pelea de frente a la vida y salió a la calle con un pequeño negocio que lleva junto a su cuñada.

"Jesucristo me iluminó", fue como ilustró la razón que la motivó a realizar esta actividad, en vista de que no tenía empleo y tiene que mantener a una hija que cursa el quinto año de la escuela secundaria.

Un panel blanco, conducido por su sobrino, es el medio que utilizan para transportar la comida y que les sirve para venderla desde allí.

Han escogido un lugar estratégico, la calle trasera del Museo de Arte Contemporáneo y donde se ubican las oficinas de las distintas comisiones de la Asamblea Legislativa.

Los dos años en el lugar, vendiendo sólo almuerzos, han sido suficientes para que tengan muchos clientes en su negocio. Aunque llega a las 12 mediodía, en los mejores días como lunes y martes, a las 12:30 p.m. ya ha terminado su jornada que empieza desde las 6 de la mañana cuando se prepara la comida que ofrecerán.

Los menús son variados y se pueden escoger entre arroz, ensalada verde, chuleta, pollo, ensalada de papa o alguna menestra. Estos platos pueden costar entre B/.1.00., B/.1.25 y B/. 1.50.

Aunque está en un sitio provisional, a orillas de la calle, la redecilla en su cabeza, el delantal y cada cosa en su envase, debidamente tapado, denotan lo salubre de sus comidas.

Su sueño es tener su fonda propia y poder establecerse en un lugar concurrido para deleitar a sus clientes.

PROPORCION

En promedio venden 50 comidas, aunque los precios han aumentado, espera que eso no los perjudique.

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