Si tienes dudas sobre lo que es la ecuanimidad escucha la historia del hombre ecuánime. Era dueño de un caballo, pero cierto día se despertó por la mañana, fue al establo y comprobó que el caballo había desaparecido. Entonces vinieron los vecinos a condolerse y a decirle:
¡Qué mala suerte has tenido! Para un caballo que tenías y se ha marchado.
Y el hombre dijo:
Sí, sí, así es, así es.
Pasaron unos días y una mañana el buen hombre se encontró con que en la puerta de su casa no solamente estaba su caballo, sino que había traído otro. Vinieron los vecinos y dijeron:
¡Qué buena suerte la tuya! Ahora eres dueño de dos caballos.
El hombre repuso:
Sí, sí, así es.
Al disponer de dos caballos ahora el hombre podía salir a montar a caballo con su hijo. Pero un día, el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Vinieron los vecinos y dijeron:
Mala suerte, muy mala suerte. ¡Si no hubiera venido ese segundo caballo...
El hombre dijo:
Sí, sí, así es.
Pasó una semana y estalló la guerra. Todos los jóvenes fueron movilizados, menos el hijo herido al caerse del caballo. Y vinieron los vecinos a ver al padre y le dijeron:
¡Tú sí que tienes buena suerte! Tu hijo se ha librado de la guerra.
Y el hombre comentó:
Sí, sí, así es.
Así, aquel hombre ecuánime, aprendió a ver los hechos de la vida desde su justa perspectiva, sabiendo que la rueda de la existencia nunca está quieta. Ella gira... gira... y gira.
|